Hoy, 23 de abril, festividad de san Jorge, se celebra el Día Internacional de la Cerveza :brindar: Pero comoquiera que fallecieron en esa fecha Miguel de Cervantes (según el calendario gregoriano) y William Shakespeare (según el calendario juliano), se celebra también el Día Internacional del Libro, hecho este último que se reseña en los telediarios (por eso no hace falta que ponga enlace :D). En cambio, la celebración de la cerveza pasa más desapercibida, probablemente porque se ejerce un culto más prolongado durante el resto del año.
Leer en estos tiempos que corren se ha convertido en un hábito bárbaro y muy mal visto por las gentes de bien y prohombres de la humanidad, que nos gobiernan desde su estulticia, ufanos de no haber leído un libro en su vida. Demonicemos, pues, a los lectores y denunciemos su vicio como algo malsano que ha de ser erradicado, usando la violencia si fuera necesario. Pero como desde aquí no podemos usar la coacción, nos conformaremos con ofrecer un decálogo de las miserias del lector y de los efectos perniciosos que sobre cuerpo y alma tiene el funesto hábito de la lectura.
I. La lectura atrofia los músculos. Está demostrado científicamente que leer un libro de 500 páginas reduce en un 0,5% la masa muscular del lector, pues el sedentarismo a que se ve sometido durante la lectura quema el músculo, siendo del todo insuficiente el ejercicio manual de pasar página. La única salvedad son los libros pornográficos y de literatura erótica, donde el ejercicio manual de su lectura es significativamente superior.
II. La lectura es causa de presbicia y ceguera. El ejercicio continuado a que sometemos al ojo sobre el papel durante la lectura es antinatural, lo que puede provocar lesiones irreversibles en el delicado órgano visual. Del mismo modo, la lectura, sobre todo de libros, produce ceguera en determinados casos. Antiguamente, se atribuía la ceguera a la actividad postlectora (de libros eróticos principalmente), pero esos estudios han quedado obsoletos y se ha llegado a demostrar que leyendo más de un libro al mes las posibilidades de perder la vista aumentan un 36,4%.
III. La lectura nos roba el tiempo y el alma. El tiempo que empleamos en leer es un tiempo desaprovechado, que muy bien podríamos emplear en otros quehaceres mucho más sanos como hacer ejercicio, cocinar o invadir algún país del tercer mundo con importantes recursos petrolíferos. Del mismo modo, el malsano hábito lector nos hace entrar en una realidad distinta, abriendo nuestra mente a mundos desconocidos e ignotos, con lo que se le pueden atribuir cualidades psicotrópicas, de índole similar a las producidas por drogas y hongos alucinógenos.
IV. La lectura es una actividad antiecológica. ¿Saben ustedes la cantidad de árboles que son necesarios para imprimir una tirada de 10.000 ejemplares de cualquier novela? La tala de bosques se podría reducir en un 47,38% en todo el planeta si se abandonase la nefasta costumbre de imprimir libros para su posterior lectura. La energía necesaria para imprimir la totalidad de los volúmenes que salen de las imprentas mundiales en un año, emite a la atmósfera exterior una cantidad de CO2 cifrada en 35 millones de toneladas, lo que deja demostrado de forma patente la relación existente entre los hábitos lectores y el efecto invernadero.
V. La lectura es antisocial. Leer es un hábito solitario, que nos aparta de las demás personas, mermando nuestras habilidades sociales. Aun cuando se trate de lectura en voz alta ante un auditorio, no por ello es más social, pues no hay verdadera interacción entre los sujetos.
VI. Los hábitos lectores potencian el egoísmo y el autoritarismo. A nadie le pasa desapercibido que aquellas personas con nocivos hábitos lectores tienden a considerarse mejores que el común de los mortales. Un aire de superioridad les invade de tal forma que creen estar más capacitados que los no lectores para el desempeño de cualquier trabajo y actividad. Sepan que Hitler, Hiro Hito y Stalin eran lectores contumaces, y otros grandes egocéntricos autoritarios como Napoleón o Churchill, no solo leían continuamente sino que hasta escribían libros, llegando en el caso de Sir Winston Churchill a conseguir el Premio Nobel de Literatura. Por suerte, los líderes políticos actuales nunca nos harían eso.
VII. La lectura crea desarreglos cerebrales. Existe un aumento del 70% de posibilidades se sufrir un ictus en las personas con hábitos lectores, frente a las que sólo ven el fútbol por la tele y se abstienen hasta de leer las vallas publicitarias. Además, las personas que leen tienen a menudo que cambiar sus creencias y convicciones, en función de las nuevas ideas que van conociendo. Los no lectores nunca tendrán estos problemas.
VIII. La lectura produce alteraciones del sueño. La lectura nocturna es una de las más degeneradas formas del vicio lector. Consume nuestro cerebro forzándolo a un trabajo excesivo cuando ya esta agotado de la actividad diaria. Este sobreesfuerzo, además, va ligado a una pérdida del tiempo necesario de sueño reparador, que regenere y tonifique las neuronas y el sistema músculo-esquelético. Los lectores nocturnos son fácilmente identificables por su aspecto lánguido, sus ojeras pronunciadas y su tez blanquecino-cenicienta. No cabe duda que su vida sexual no debe ser muy satisfactoria cuando optan por la lectura en la cama...
IX. La lectura provoca impotencia sexual. Pruebas de microscopía avanzada han puesto de relieve que la calidad del esperma de los hombres lectores es significativamente inferior a las de los sujetos que no tiene perniciosos hábitos de lectura. La velocidad de los espermatozoides se reduce en los lectores en un 3,8% y hay fotografías (poco nítidas) que apuntan la causa de este ralentizamiento, en el llamado espermatozoo lectoris, una mutación del espermatozoide tradicional, que además de la característica cabeza y cola tiene un diminuto cilio en forma de brazo en el que sujeta un diminuto libro, lo que le hace perder en velocidad.
X. ¡Es usted un/a degenerado/a! ¿Se da cuenta de que ha llegado hasta esta parte del escrito leyendo? Debería ser denunciado ante algún organismo competente creado al efecto para que le reeducasen su perniciosa costumbre lectora. Dé un paseo, oiga música pachanguera, emborráchese o tome drogas, y si está muy desesperado, puede incluso ejercer su derecho conyugal con su pareja (echar un polvo, vamos), pero ¡por favor, deje de leer! Es su responsabilidad.
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Tema: 10 razones para dejar de leer 
Jue Abr 23, 2009 6:15 pm